Este blog tiene una consigna: la de ser actualizado diariamente con un post. Sin embargo, su autora sufre de constantes distracciones y tiene cerebro de mosca de la fruta. El desorden de déficit de atención y el calor de Hermosillo no ayudan.
Pero cumplamos. Cumpliré. La verdadera causa de que hoy no haya escrito un post es que el post que debí haber escrito no puedo escribirlo porque se trata de una versión beta, o de prueba, de una aplicación que un querido amigo está ideando/codificando por ahora.
Las versiones beta son algo genial para la gente como yo. De hecho soy conocida por "quebrar" casi cualquier programa por siempre hacer cosas inauditas que no han sido validadas. ¡Pop! There goes the perfect code... (no digo que sea algo bueno, es una especie de super poder triste).
El punto es que este post no se trata de dicha app, no, ni de su creador, a quien respeto mucho como desarrollador, ni a que no es una app muy seria ni nada por el estilo, más bien un hobby. Este post se trata de la eterna fascinación por la tecnología, esa que nos hace discutir con pasión sobre la disponibilidad de la app de g+ en el ipod o pasar horas haciendo jailbreaking... o como yo, divertirnos como enanos haciendo beta testing.
¿Ha oído la frase esa de "geek and proud"? Antes de que se pusiera de moda la palabra geek, o ser geek, esa sensación de (¿poder?) era la moneda de cambio en cualquier centro de cómputo cada vez que (aaaaah!!!!) al fin corría un código difícil, o (epifanía) por fin descubríamos cual era el maldito error que no permitía compilar, o ... los ejemplos son infinitos.
Diga lo que diga me quedaré corta. Leí hace poco en una revista (Wired, para variar) que hoy en día existen los early adopters, los late adopters y los "reluctant adopters". Son éstos últimos los que a pesar de criticar a Apple, estar conscientes del efecto Jobs, los clichés (ooooh, shiny, white!) y demás, decidieron adquirir la iPad. They had to. Podría explicarse desde el punto de vista de la teoría económica. No es precisamente una decisión racional. ¿O sí?
Y así vamos por la vida. Nos fascina (o intriga, o vamos, somos reluctant adopters) de google +, tenemos un blog (o dos o tres), revisamos compulsivamente nuestros replys o DM´s en Twitter, hacemos check in en foursquare y somos famosos por sacar el smartphone a la menor provocación porque... esa foto hay que publicarla. With hashtag and everything.
Dentro de mi ignorancia, me pregunto cómo habrá sido la primer discusión tecnológica entre dos seres humanos... tal vez al descubrir cómo hacer fuego. No lo sé. Probar con otro tipo de piedras, quizá. Otras formas. Algo primitivo y productivo.
Y aquí estamos, conectados por un sinfín de redes sociales, usando nuestros aparatos, preguntándonos como sacar el mejor provecho de ellos, comentando fallas, resolviendo problemas, reportando bugs, participando en foros, acampando en eventos dedicados exclusivamente a este fenómeno. Y me pregunto de qué fascinantes maneras todo esto estará influyendo en lo que algunos científicos llaman "inteligencia colectiva".
Otra vez, es tema para otra ocasión. De hecho, es tema de tesis.
Hasta mañana.
Tips a leia.y2k@gmail.com
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