Hello, my fellow hunkerdowners!
Estoy de regreso luego de lo que son aparentemente cuatro años. Esos son breaks y no palabras. Que si el artículo científico, que si la tesis doctoral, que si la defensa, que si la propuesta de investigación. En fin. Concluido el proceso y en lo que son peras o son manzanas, y mientras tengo (tenemos todos) que estar encerrada en mi casa por un rato más todavía, trataré de escribir pro aquí para no volverme completamente loca resolver algunas inquietudes que traigo en la cabeza, y contar algunas de las cosas que están pasando que me parecen interesantes. ¿Cómo ven? El principal promotor y presidente de mi club de fans ha sido mi sobrino tween.
En fin. Lo que vengo a comentar hoy es el Plan C: Chicago Shield que está en manos de la comunidad de Makers en esa región de Estados Unidos.
En general, se trata de una respuesta organizada por un grupo de makers que se conocían entre sí a través de la red makerspace de Chicago. Ellos crearon una mesh network para organizar la producción y distribución de escudos para el rostro, comenzando en Chicago y los suburbios. Le llamaron la iIIinois PPE Network.
En pocas semanas, alcanzaron una producción de 6, 500 escudos de rostro por día y comenzaron a surtir a 50 instalaciones médicas en el estado, y de hecho planean producir muchas más. Esta respuesta rápida de individuos actuando juntos como un grupo auto organizado es emblemático de lo que Dale Dougherty (fundador de Makers Magazine y vocero del movimiento Maker) llama "Plan C". Este esfuerzo voluntario, explica en su
introducción al plan, es en sí mismo un escudo, ayudando a proteger a los trabajadores de la salud, y otros miembros de la comunidad de la exposición al COVID-19.
Los resultados de esta iniciativa son, por decir lo menos, fascinantes. Y la manera en que todo comenzó es igualmente fascinante. Todo empezó con el lockdown. Al tener que abandonar las instalaciones de instituciones, universidades, bibliotecas y demás centros de trabajo, las personas comenzaron a hacer lo que ellos llaman "liberar" equipos (computadoras, impresoras 3D) considerando que no tendrían ninguna utilidad en edificios cerrados donde estaban los "
makerspaces".
Después comenzó la organización. No tenía sentido concentrar los equipos debido a los riesgos asociados al kharanavairas corona virus, por lo que se apostó por una organización tipo mesh network, distribuida de tal manera que compartirían información, pero no necesariamente recursos y materiales, operando de manera descentralizada.
Y así comenzó todo, sin saber exactamente qué era lo que iban a hacer y cómo, se conformaron nodos que concentraban logísticamente grupos de individuos con impresoras 3D, y eventualmente acordaron seguir el diseño de referencia de código abierto propuesto por Josef Prusa, o mas bien una versión modificada conocida localmente como "the swedish design". La producción se balancearía de acuerdo a la carga que tuviera cada nodo, y en caso de que alguien resultase infectado, los demás absorberían la carga.
Eventualmente adoptaron un diseño desarrollado por Dan Meyer, una versión compacta que se acomoda a tres impresoras 3D pequeñas y puede imprimirse en stack, una parte sobre la otra. Se produce de manera que el plástico sea flexible y pueda estirarse en un molde más grande. Jeff Solin, un maestro de ciencias de la computación de secundaria, diseñó el
Solin Flat Pack Face Shield, que puede producirse de una sola hoja de plástico con un cortador láser.
La historia detallada puede leerse
aquí.
En América Latina existen varias iniciativas relativas a la producción de esos escudos protectores, caretas o viseras, entre ellas la facultad de ingeniería y arquitectura de la USMP (Universidad de San Martin de Porres) en Perú o FabLab UTSFM en Chile. En México, Ford anunció hace un par de días que producirá 100,000 de estas viseras en su planta de Chihuahua para donarlas a trabajadores de la salud. También, ya desde hace rato, los chicos de México Makers están a todo lo que dan fabricando viseras con papel de acetato.
A principios de abril, ya había 25 grupos en estados como Puebla, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Yucatán, Nuevo León, Guerrero y Ciudad de México, con cerca de 300 impresoras. Para el 21 de abril, contaban 1,300 colaboradores. La última actualización de la cifra indicaba más de 10 mil caretas entregadas a hospitales y personal médico. En su
cuenta de twitter, aparecen, una tras otra, fotografías de trabajadores de salud usando el equipo protector dando las gracias a esta organización.
A finales de marzo los mensajes ya iban y venían anticipándose a las necesidades de la comunidad médica. Se invitaba a unirse a ciudadanos con impresoras 3D o cortadoras láser, a empresas a donar material, se abría un canal de comunicación en telegram. Localmente, algunos jóvenes comenzaron a fabricar caretas de manera independiente y por iniciativa propia, poco a poco uniéndose a grupos un poco más organizados, como
Sonora Makers.
Quizá el "plan C" no sería nunca suficiente. Ahora las fábricas están reaccionando y se producirán en masa, pero la respuesta ciudadana organizada y desinteresada fue invaluable. Todavía son relativamente pocas las personas que poseen una impresora 3D. Las cortadoras láser no se dan en maceta. La cadena de suministros falla. Se agotan los materiales. Pero lo que nunca se agotará, creo yo, espero yo, es el quizá más humano de los impulsos, el de intentar ayudar por todos los medios a otros seres humanos que están en peligro.
Gracias, makers. Y gracias, personal de salud en todo el mundo.