Por Talya Aluveaux
De entre los varios hábitos adquiridos durante la primera parte de esta pandemia cuento la lectura obligada de una de las columnas del diario The New York Times dedicada a temas tecnológicos, escrita por Shira Ovide. Hacía tiempo la recibía en mi correo electrónico pero nunca había realmente puesto mayor atención.
Hace un mes, más o menos, comencé a recibir avisos sobre la cancelación de la columna en el formato de correo electrónico, puesto que a partir de septiembre pasaría a estar disponible solamente para los suscriptores de pago del diario. Yo, como suscriptora en modalidad gratuita, tengo acceso a apenas dos o tres artículos para lectura completa al mes, además de los "dispatches" o concentrados que envían al correo y a los que estoy suscrita (NYT Review of Books, Movies, etétera). Como la mayoría de las cosas que me ayudaron a lidiar con la pandemia, la lectura de la columna de Shira Ovide había adquirido status de adicción, así que entré un poco en pánico.
El aviso del NYT se cumplió a mediados de septiembre, y así me quedé sin acceso a la columna, por una parte, pero por otra, inspirada en la calma que me producía al menos por unos minutos, me dieron ganas de retomar este pequeño blog para revivir un poco ese estado zen, que claro, no es ni de lejos -ni dispone de los recursos, contactos o el tiempo- de On Tech, pero, hey, la imitación es el mejor halago.
Debo admitir también que tras haber estado trabajando por un tiempo mas o menos prolongado en temas no relacionados con tecnología, dichas lecturas me mantenían conectada a "la matrix". En fin, que para no hacer el cuento muy largo porque además es viernes y todavía no he decidido si voy a publicar de lunes a jueves solamente, y traigo sed de la mala, resulta que otra de las cosas con las que me entusiasmé durante la pandemia fue la idea del levantamiento de pesas, o heavylifting.
Digo la idea porque los músculos me duelen de solo pensar en levantar algo pesado, pero así es una de contradictoria. Entonces, no sé ni como, llegué a una columna escrita por @swolewoman (handle en Instagram) para VICE, que apenas comenzaba a leer en preparación la futura yo capaz de levantar pesas. El caso es que llevaba apenas un par de semanas leyendo cuando, TRAZ, despidieron a la escritora.
Afortunadamente, me había suscrito al canal de Discord, en el que había publicado una "guía de vuelo" en formato PDF (que todavía veo con respeto) y a los pocos días recibí un correo-invitación a su nuevo espacio, en el que seguiría escribiendo sus artículos, pero ahora de manera independiente. No le tomó ni tres días hacer el switch. Y así en el mismo correo estaba la opción de hacer un pago de suscripción, o podías optar por mantener las cosas como estaban pero solo recibirías un artículo gratis a la semana, y lo demás estaría detrás de la muralla. Por lo pronto estoy bien así, pero eventualmente me suscribiré, y mis respetos para la capacidad de reacción.
Poco a poco hemos visto desarrollarse y ganar terreno a nuevos modelos de "suscripción" o maneras de apoyar económicamente a los creadores de contenido y/o productos específicos, desde Patreon hasta Kickstarter, de manera que posibilita la creación de contenido original e independiente patrocinado por sus propios usarios y/o consumidores, y segmentar el tipo de pago (pagas más si quieres una copia autografiada, una tarifa intermedia por acceso a contenido premium, etcétera).
Con estas cosas en la cabeza fue como llegué hace un par de días a la charla ofrecida vía streaming por la Fundación Gabo, y dedicada al tema de la construcción de audiencias. El ponente era el director y fundador de Eldiario.es, Ignacio Escolar, y aunque la cuestión del modelo de negocios no era precisamente el tema central, sí fue algo que llamó mi atención, porque manejan una filosofía que implica que cualquiera que lo quiera leer, lo puede leer, y sin embargo, el diario está sostenido 100% por sus suscriptores.
Funciona así: El diario tiene un paywall basado en un sistema de honor, en el que ofrece diferentes opciones de suscripción, entre ellas la tarifa normal, la de estudiante y la de trabajador en paro (o desempleado), y también la que podríamos llamar completamente quebrado y no puedo pagar un centavo, sin pedir comprobación de ningún tipo. De esta manera, el diario corre el riesgo de que muchas personas se aprovechen de esta opción aunque en verdad no la necesiten, pero esto, aunque sí sucede, es en un porcentaje muy bajo (me parece que el 2% del total de suscriptores), y la justificación del director me pareció excelente.
Él dijo que le parecía mejor que algunos lectores burlaran el sistema de honor a que las personas que realmente estuviesen pasando por apuros económicos se quedaran sin leer el diario sólo por imponer alguna barrera burocrática innecesaria. Y lo dijo de manera muy convencida. Miren que se trata de un diario con una redacción de más de 120 personas, contenido original, equipo de datos, y la capacidad de generar investigación periodística que ya ha resultado en la dimisión de al menos una alcaldesa.
Interesante, ¿no? Me gusta pensar que dentro de tanta confusión, la ética personal es una solución sencilla y elegante al conflicto entre "la información quiere ser libre" y "no regales tu trabajo", que teóricamente debería funcionar dentro de una sociedad civilizada, pero mejor voy en busca de una cerveza porque ya es viernes, y es mediodía.
Antes de irnos...
1. En los dos últimos días, General Motors dejó entrever su plan para los próximos años a su grupo de inversionistas. La compañía quiere "un mundo con cero choques, cero emisiones, y cero congestión". El director y CEO Mary Barra explicó que la inversión de la firma en vehículos eléctricos y autónomos ha propiciado un inicio temprano en el tema. La compañía informó que durante el CES 2022 presentará formalmente un pick up Silverado eléctrico. Al parecer el sistema de asistencia de manejo será "hands free" en el 95% de las situaciones.
2. La escasez global de semiconductores ya alcanzó a Ford Hermosillo, obligando a la planta a parar sus líneas de producción por dos días (11 y 12 de octubre) debido a la falta de componentes.
3. Buenas noticias. Ya no habrá más anuncios negando el cambio climático, al menos no en Google. La compañía retirará la publicidad que contradiga el consenso científico relativo al tema.