Érase una vez un nefastísimo personaje llamado troll. En cuentos y leyendas, es una cosa horripilante, gigantesca, fuerte y torpe a la que generalmente hay que vencer a base de astucia, o definitivamente sacarle la vuelta. Con los individuos de esta "especie" dentro de la flora y fauna del ciberespacio (did I just say that word again?) el significado es un tanto diferente (aunque habría que responder de igual manera).
Para los primeros, la palabra evoca y sería equivalente al individuo perpetuamente necio, que básicamente critica y desaprueba sin ton ni son, deja comentarios altisonantes, burdos y/o desagradables como respuesta en todas partes (esencialmente blogs y foros, o cualquier red social).
Para los segundos, denota algo más en la línea del individuo bromista, sagaz, capaz de jugar una broma inteligente y/o pesada que involucre incluso algún complicado estrategema just for the lulz. Hay niveles, claro (asian!). Hay quienes usan el hashtag #juevesdetroll en twitter, día en que la consigna es o era "trollear" (es o era, esta vivo o muerto, la cosa aquí es como el gato de Schrodinger).
Esta es mi teoría al respecto, y aunque siempre me había interesado nunca me había dado tiempo para investigar un poco. Pero veamos (ahora sí) qué dice el diccionario urbano (luv it, btw):
One who posts a deliberately provocative message to a newsgroup ormessage board with the intention of causing maximum disruption and argument.
Turns out, la definición 1 es en realidad una combinación de las dos que alcanzo a distinguir. Quizá solamente lo que yo veo es la polarización de exactamente el mismo fenómeno, en puntos extremos, donde el nivel uno es cualquier tuitero que critique o moleste a Federico Arreola y el nivel 10... bueno, urban dictionary lo dijo muy bien: maximum disruption. Here is when the fun begins, desde los tiempos de los BBS hasta la era dorada de LiveJournal y ahora con Twitter (ah, los trolls en el ámbito de la política merecen un post aparte).
Out.