Por Talya Aluveaux
Nunca, como ahora, ha habido tantos datos disponibles. Y por tanto nunca como ahora había sido de tal importancia el análisis de los mismos. La avalancha es incesante, y como han dicho repetidamente, el problema ya no es obtenerlos, porque tenemos abundancia. El problema es procesarlos, y que tengan sentido. El problema es convertir todo ese montón de datos que tenemos en algo útil. Aquí es donde se abre el telón para el científico de datos, o la ciencia de datos, una disciplina que ha cobrado popularidad recientemente, aunque en realidad el análisis de datos siempre ha estado ahí. Bueno, no siempre. Ustedes entienden.
Curiosamente, la ciencia de datos como disciplina académica o carrera profesional no era algo que se viera en los listados de oferta de licenciaturas y/o ingenierías en las universidades e institutos tecnológicos del estado. Al menos no en mi radar. Hace unos pocos años, sin embargo, surgió en la Universidad de Sonora la inquietud y posteriormente la voluntad, organización y trabajo para la creación de la Maestría en Ciencia de Datos -de corte profesionalizante-, la cual hasta donde tengo entendido es parte de los postgrados de calidad avalados por Conacyt (lo que significa que los estudiantes pueden dedicarse al trabajo académico de tiempo completo gracias a una beca de manutención).
No tengo detalles sobre cómo sucedieron las cosas, pero a pesar de no conocer los entretelones, lo que sí he podido observar son algunos de sus frutos, o bueno, al menos de uno, en este caso, la labor de difusión de uno de sus estudiantes.
Creo que el caso de Luis Moreno es ilustrativo. Valiéndose de las plataformas de redes sociales (Facebook, Twitter), lleva ya un buen tiempo dando seguimiento y documentando datos y más datos generados acerca de COVID-19, aprendiendo (¡y compartiendo conocimiento!-sobre la marcha. Aunque no es el único en hacerlo, en general su disciplina y consistencia han servido a lo largo de esta pandemia como una fuente de información, a la par de la publicada por la Secretaría de Salud, los avisos apocalípticos de última hora del Dr. Claussen, las telenovelas de la tarde de mediados del 2020 desde la ciudad de México, y otras instancias. Desde la página de la MCD en sí se ha hecho una importante labor de difusión en términos de datos acerca de la pandemia desde un dashboard que se ha mantenido actualizado de manera más o menos consistente desde el inicio de esta pesadilla.
Quiero enfocarme en el hecho de que, a diferencia del tema que discutíamos ayer, la creación de una maestría de este tipo es un ejemplo singular de -llamémosle un nodo-, un nodo o una entidad, si quieren, diseminador de conocimiento. Si queremos ubicarnos dentro de la triple hélice, está obviamente en la hélice clasificada como instituciones de educación, y se va a tratar, en mi opinión, de un fuerte polo de atracción para jóvenes promesas de la ciencia de datos en la región.
Una característica muy especial del conocimiento es que, a diferencia de otros recursos como el agua o el petróleo, el compartirlo propicia o potencia su crecimiento exponencial en lugar de su agotamiento. ¿Y esto cómo funciona? Todos lo sabemos. Una unidad de conocimiento viaja de una mente a otra, y esta encuentra eco o no, es a su vez compartida o no, se expande o no, se enriquece o no, viaja lejos o se queda cerca. Pero no se agota. Elinor Ostrom, ganadora del premio Nobel de economía, escribió junto con Charlotte Hess un libro al respecto.
Entonces, ¿qué podemos esperar de la existencia de una maestría en ciencia de datos en la universidad local más importante en términos de alumnado, infraestructura, presupuesto e investigadores? Solamente cosas buenas. La ciencia de datos es un término sombrilla para un sinfín de disciplinas, conocimientos y aprendizajes, y se trata en términos generales de una cuestión transversal, es decir, aplicable a casi todo. Excelente para investigación transdiciplinaria, tan necesaria como escasa.
Sobra decir que habrá que estar pendientes de los resultados de las primeras generaciones, sus tesis y proyectos, y también -sobra decir- así como no se puede dejar todo al libre mercado, tampoco debería dejarse toda esta diseminación de conocimiento, esta fertilización cruzada, al azar. Su circulación puede propiciarse activando mecanismos de intermediación entre los distintos agentes identificados como de interés e incluso frente a la sociedad, como lo hace de manera espontánea Luis.
Dénle amor a esto: Ya están disponibles en Apple TV+ los primeros tres episodios de la saga Fundación, basada en las novelas del escritor de ciencia ficción Isaac Asimov. Imperdibles. Aquí el trailer.
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