jueves, octubre 07, 2021

La desinformación en la red

Por Talya Aluveaux


Tengo que confesar que no veo ni escucho las noticias locales, nacionales ni internacionales. No se trata de la calidad de la producción, sino de mi (inexistente) capacidad para lidiar con el estrés. Mis ansiedades tienen ansiedades y no necesito añadir más, y por alguna razón, el formato de los noticieros es un gatillo para mi.


Eso no significa que no lea noticias, las busque activamente cuando me interesen, o lleguen de manera inevitable dentro de mi (según yo) bastante selectivo feed. Por lo regular me entero de lo que me tengo que enterar, y algunas veces también de algunas cosas que no quisiera. Por Dios, nadie tiene tiempo para eso. No tengo tiempo aunque tenga tiempo. 


En fin, que algunas cosas (de esas que no me interesan), aterrizan en mi cabeza casi siempre de manera desfasada, en alguna plática con alguien mejor enterado, ante su cara de asombro y con mi cara de asombro aún mayor. Algunas veces llega no tan desfasada, como ayer que navegando, me encontré con un tweet que hacía referencia a un grupo de vecinos que protestaban cerrando una calle por la instalación de una antena de telefonía móvil en su colonia.


El motivo, al parecer, es el temor a los efectos del 5G. Ya sé que nos quedamos con cara de oigan, ¿es en serio? Pero sí, es en serio. Tan en serio como las palabras de una persona (profesionista, además) que me dio todo un discurso antivacunas unos días antes de la elección -les debo los detalles porque soy bastante buena para bloquearme en esos difíciles momentos-, tan en serio como todo un segmento de la población que creyó a pie juntillas, validó e incluso lucró con la cura milagrosa (cloro) contra el COVID-19 hace unos pocos meses. Del proceso democrático y las elecciones mejor no hablamos (por ahora).


El caso es que la desinformación corre y se propaga por las venas de internet, social media, los grupos de whatsapp, etcétera, mucho, pero mucho más rápido y de manera más efectiva que de lo que era capaz hace algunas décadas. Hemos tocado el tema sólo de manera tangencial en este blog, pero los algoritmos tienen un importante papel en este fenómeno. Aunque detengámonos ahí, porque a final de cuentas los algoritmos se basan en el comportamiento humano para después poder manipularlo, y los algoritmos son, después de todos, construidos por humanos.


Al final la principal herramienta para combatir la desinformación es la educación, en tanto no tengamos mano firme por parte de las llamadas big tech. Se han dado pasos en la dirección correcta, pero no los suficientes. Por ejemplo, YouTube decidió bloquear por completo toda desinformación antivacunas. Twitter ha dado algunos pasos, como preguntar si se ha leído un artículo o no antes de darle RT o compartirlo, o desactivar por completo a POTUS de su plataforma favorita tras los distturbios el año pasado, precisamente bajo el argumento de incitar la violencia y promover la desinformación.


De nuevo, el sensacionalismo vende. Una de las formas más efectivas para contrarrestar el alud de desinformación es el fact checking, es decir, las unidades de periodismo civil o ciudadano organizadas que se activan para desmentir información errónea, quizá no en tiempo real, pero sí lo más rápido humanamente posible. Claro que activar este tipo de organismos es complicado y tiene un costo económico, algunas veces político, y no todos los diarios y/o organismos civiles están dispuestos a invertir. 


Este, por ejemplo, es uno de los grandes campos de posible acción para el aprendizaje de máquinas o Machine Learning (ML), en función del entrenamiento de los mecanismos necesarios para la detección de la propagación de información errónea, ciertamente lleno de obstáculos y problemas relacionados con significados y minucias del lenguaje, pero definitivamente prometedor. 


Hay mucho espacio para reflexionar, pero preguntémonos una cosa por ahora: ¿en manos de quién debería estar esta tarea? ¿Quién asume la responsabilidad? ¿El Gobierno, la sociedad civil, las big tech o grandes empresas tecnológicas? El camino que se ha mostrado es el de la regulación, pero hay un trecho muy largo y espinoso por recorrer. 


@talya


Antes de irnos


1. A nivel global, las startups recaudaron un total de 150 mil millones de dólares durante el tercer trimestre (Q3) del 2021, al parecer un récord de todos los tiempos.




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